martes, 24 de junio de 2014

Impermanencia o el adíós a una etapa...

Todo es impermanente, todo llega a su fin, antes o después. Cuando algo nos gusta lo esprimimos como un limón, hasta la última gota. eso he hecho.

A la hora de despedirnos de algo o de alguien es bueno no hacerlo con una mirada torcida. El desierto me ha dado mucho, me dio la fuerza y el valor para creer en mí mismo de una forma desconocida, me hizo contemplar la belleza de una forma especial; soy consciente de que la belleza estaba allí, pero sobre todo estaba en mi mirada, cuando ésta cambió, el desierto se convirtió en un lugar de dónde querer escapar.

Son cuatro las ediciones en las que pisé las arenas, las cuatro son dignas de ser recordadas.

Tuve una buena despedida del desierto, la mejor, al atardecer cuarenta y cinco minutos de viaje en helicoptero desde el vivac a Errachidia, medité en la belleza de una forma desapasionada y despegada como sólo puede hacerlo quien siente la verdadera realidad de la impermanencia.

Hoy digo adiós a esta etapa y a este blog. 

Pronto verá la luz otro blog donde mi nueva etapa se despliegue, si es que ha de hacerlo...

Otros senderos me esperan o eso creo, nunca se sabe, otros intereses.

Sed felices o, al menos, intentadlo