lunes, 31 de mayo de 2010

Retratos: Edgar y Juancho


Conocí a Edgar en el 2008, era nuestro primer maratón de sables, un Colombiano de gesto tranquilo y amable; fui testigo, entonces, de su valía deportiva; lamentablemente no pude llegar a conocerlo de forma más profunda ya que no estábamos en la misma Haima.

Este año Edgar venía acompañado de su hijo Juanchito. Dieciseis años, el competidor más joven que ha participado jamás en una de las pruebas más duras y exigentes del mundo. Ambos eran parte de la haima en la que pasé los días y las noches de esta edición del maratón de las arenas.

Cuando llegaron al desierto no tenían el material necesario, una serie de infortunios les habían hecho llegar al desierto sin comida, material y apenas equipo. Ya en el aeropuerto de Madrid toda la expedición española y sudamericana se movilizó, unos aportaron comida, otros mochilas e incluso detalles pequeños pero necesarios en este tipo de pruebas. Al final, ambos, tenía lo imprescindible para poder empezar.



juancho


Muchos hombres y mujeres, curtidos en muchas batallas del ultramaratón, han sucumbido ante la dureza sin igual del maratón de las arenas; "la maldita carrera de locos" según las palabras de mi admirado Jorge Aubeso, se ha combrado muchos dorsales, muchas ilusiones se han visto truncadas. Sin embargo, Juanchito, bajo la mirada atenta de su padre, con la fuerza y potencia de la juventud que es bien encaminada, lo ha conseguido. Día a día llegaba a la meta, como un pura sangre que corre desbocadamente al principio, más tranquilamente después, oyendo la voz del desierto que te susurra al oído y que, si la oyes, te lleva por buen camino.


Juanchito sólo tiene pequeño su nombre en diminutivo (me gusta llamarle así y seguro que a mí me lo consiente) y su edad. Un gran corazón late dentro de su pecho; acostumbrado, por mi profesión, a observar al ser humano, puedo saber que es así.



Para mí Juanchito es un símbolo, una bandera; la de aquel que, desde joven, está del lado de la vida que puede hacer que seas lo mejor que puedas ser...es un potencial, una energía que espero y deseo que siga por el camino que ha elegido...el de la superación y crecimiento personal.


Edgar

Para Edgar no era importante la competición, él es uno de aquellos portentos de la naturaleza que pueden estar entre los primeros de una exigente prueba, lo realmente importante era la experiencia vital con su hijo, no lo hablamos, pero dudo mucho que me equivoque. El primer día, una etapa corta se dio cuenta de que Juanchito no administraba bien sus reservas, como buen pura sangre, pero sin experiencia ninguna en estas pruebas, no comía ni bebía demasiado, eso en el desierto puede costar muy caro. A partir de la segunda etapa Edgar no se separó de su hijo. En la etapa non stop decidieron vivaquear en la inmensidad de la noche del deiserto; cuando me enteré de su intención una sana envidia retrospectiva me invadió ¡quien hubiera sido juanchito!, una admiración profunda por ese padre y ese hijo me llenó el corazón. No importaba nada la competición, era la experiencia vital entre un padre y un hijo.
Edgar el hombre de mirada limpia, de corazón tranquilo, lleno de confianza en Dios; Juanchito digno hijo de su padre.
En la vida si no eres consciente de lo que te ocurre vas ciego en la oscuridad; soy consciente de haber tenido la suerte de aprender de ese padre y ese hijo, de esos dos corazones que han paseado su humanidad por las arenas del desierto.
No sé si algún día la vida nos reunirá de nuevo lo que sí sé es que jamás se romperá el vinculo que se ha fraguado en la haima 51.
Sed felices o, la menos, intentadlo...



domingo, 23 de mayo de 2010

Atalayas...



Atalaya: Eminencia o altura donde se descubre mucho espacio de mar o tierra.


El discurrir de la vida es un recorrer un camino, un sendero lleno de sorpresas, incertidumbres y lugares de descanso. En ocasiones este sendero se torna hostil, oscuro, lleno de sombras, otras, sin embargo tienes la posibilidad de subir a alguna atalaya desde la cual coger un poco de perspectiva, quizás, para subir a ellas debes apartarte un poco de tu camino, dejar la "seguridad y certidumbre" de tu sendero y atreverte a subir.

Creo que me he acostumbrado a subir a las atalayas que voy divisando, procuro no dejar ninguna atrás.

He subido a una muy alta, en la que se ven los fuegos de los corazones de la buena gente, de aquellos que, pudiendo ser lo peor, son lo mejor que pueden ser, aquellos que deciden dar en vez de recibir. He visto sus ojos, he visto sus corazones brillar en sus pechos, he visto como muchos se han vaciado por una idea, por un ideal. Este acantilado de la Breña significa para mí un símbolo, una atalaya desde la cual los he podido contemplar, me he perdido en sus miradas, he conocido gente buena. Me han regalado su ejemplo, su sencillez, sus inquietudes, su amistad y un sin fin de cosas que atesoro como lo más preciado. Me he dado cuenta que merece la pena el esfuerzo de subir a estas atalayas, estas fortalezas interiores.


Sables ha sido y es para mi una atalaya interior, un viaje hacia lo profundo; estar en contacto con la naturaleza primigenia y descarnada, allí donde nadie habita, recorrer, peregrinar en soledad por los páramos aparentemente yermos, exteriores e internos, volver a comprobar que en ellos está la verdadera fuente que nos anima. Contemplar/se y vivir la libertad plena de no depender de nada ni nadie, seguir adelante jugando una partida incierta, como la vida misma. Compartir lo bueno y lo malo, ver lo mejor y lo peor del ser humano pues en las situaciones límites aflora con facilidad lo uno y lo otro. El desierto no es una película de dibujos animados, es la dureza del pedernal y la suavidad de la arena en tus manos, la risa y el llanto...la vida.

Me gusta sentir la felicidad que emana de saber que vas por el camino correcto, en definitiva de eso se trata, se ser consciente de ello y dar un paso más...

Sed felices o, al menos, intentadlo...

domingo, 9 de mayo de 2010

Retratos...Oscar


"Transforma tu orgullo en dignidad..."
Jodorowsky
Parece que hace un siglo que ocurrió, pero sólo han transcurrido 10 días. Jueves 29, íbamos a organizar la entrega de dorsales del día siguiente en la casa de la cultura; el sol presagiaba buenos augurios para el fin de semana. Allí estaba, sentado en las escaleras, me acerqué a él y nos pusimos a hablar, era el primer corredor de la Breña. Desde Tenerife hay un largo camino hasta la Breña y él lo había recorrido. Su mirada franca, su porte de ultrafondista y una actitud serena me llamaron la atención.

A lo largo de las siguientes horas pude atisbar de la pasta que está hecho este isleño de mirada penetrante...



El circuito iba desgastando a los participantes, la arena, como si de una gran lima se tratara, iba consumiendo los cuerpos y las mentes y limpiando el corazón; cada vez que lo veía le animaba y charlaba un rato con él: "eres mi héroe, le decía", pues su carrera había empezado mucho antes que los demás.


La tarde dejó paso a la noche y el agotamiento físico y psicológico se extendía entre los que cruzaban la meta una y otra vez...

Serían las 2 de la madrugada cuando me avisan que hay un corredor al que le ha dado una fuerte crisis alergica, su ventilación era muy mala y le estaban poniendo una terapia con aerosoles, pero ese no era el problema; después de que le hubieran dicho el médico y el DUE que no podía seguir en carrera, el corredor se negaba. Cuando llegué allí me encontré a Oscar, ventilaba muy mal a pesar del chute de ventolín que le estaban metiendo, me senté a su lado y, después de ver como se encontraba, empecé a hablar, desde el otro lado de la máscara me dijo: "voy a seguir", una y otra vez le di la vuelta, le argumenté y con su disco rayado, con un hilo de voz..."si, pero voy a seguir".

Como no veía avance, me marché a dar una vuelta; cuando volví, me senté y le susurré al oído: "¿si estuvieras en mi lugar me dejarías seguir?". Oscar me miró con sus grandes ojos y pude intuir su sonrisa detrás de la máscarilla. Todo arreglado, se acabó...has hecho una buena carrera...Hazme una foto, me dijo...y se la hice.

Esta es la historia de un bravo y tozudo ultra, de mirada tranquila y modales suaves; un buen ultra que supo transformar el orgullo en dignidad...
Sed felices o, al menos, intentadlo...



viernes, 7 de mayo de 2010

Ser fuerte en lo grande...







"Para ser fuerte en lo grande hay que hacerse fuerte en lo pequeño"
Esta es la historia de un ganador, pero la singularidad de estas pruebas es que no hay uno sólo, cada uno de los que se enfrentan a sus límites lo es. He sido testigo emocionado, esta vez desde fuera, de sus historias.
Va la primera de ellas...
Recordar: del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón.
Traigo a mi mente, desde el corazón, la historia de unos grandes deportistas, anónimos, discretos...grandes.
Mi hermano Gerardo (para los que aún no lo sepan es hermano del desierto, allí donde se fraguan fuertes vínculos), tenía ganas de competir; sólo habían pasado varios días desde que llegó del desierto en donde había hecho una enorme carrera. Aún sin recuperar se enfrentó a la Breña, a la dura Breña, arena, cortafuegos, subidas y bajadas...iba cuarto a las pocas vueltas; aprovechó una oportunidad y, cuando los que iban por delante estaban bebiendo agua y comiendo, salió con su tuperware de pasta y se la comió por el camino...pero tuvo un problema físico y el que iba detrás, el segundo, Rafa (Fali el coleta, el hombre de la eterna sonrisa en la boca) se paró, pasó de la clasificación y le ayudó a estirar, pues los calambres de Gerardo eran serios, se quedó con él hasta que estuvo bien. La carrera sigió, eterna, vuelta tras vuelta y Gerardo consolidó su primera posisición sacando a Fali cerca de 50 minutos o más de diferencia.
Eran las 6 de la madrugada, la humedad, el frío eran intensos, agotado, después de tres días de casi no dormir, Hugo, el segundo director de carrera me obligó a echar una cabezada, no había dormido ni una hora cuando Hugo llamó a la puerta de la autocaravana.
- Julio, tienes que ver esto.

Mi hermano "El tito" Gerardo se había sentado a 100 metros de la meta, llevaba allí un buen ratos, tenía calambres muy dolorosos, su mujer Carmina le animaba a que entrara en meta, él negaba una y otra vez: "Tengo que esperar a Fali, él me ha ayudado y es el ganador", cuando vi a mi Hermano, después de haber recorrido 153 kilómetros sin parar la emoción me embargó, me abracé a mi buen hermano.
-Me vas hacer llorar, me dijo.

Se pudo tomar un café muy dulce que le llevé, antes todo lo había vomitado.


Pasaron muchos minutos, eternos, hasta que Fali asomó por la vaguada, fueron momentos de una intensidad emocional enorme, no sólo se estaba materializando el sueño, la carrera estaba llegando a su fin sin graves incidencias médicas...y ahora este final...



Esta es la Historia de dos atletas de talla sin igual; Gerardo el hombre discreto, competitivo y a la vez capaz de ceder su puesto, tan duramente conseguido, a quien le ayudó. De Fali el hombre que siempre sonríe, siempre dispuesto a ayudarte. Esta es la historia de una leyenda, la leyenda que queda en nuestros corazones, la leyenda que hace que este noble y duro deporte sea fuente de inspiración para que otros sigan la senda del buen deportista y del ser humano que da lo mejor de sí mismo...en busca de el límite que nos hace mejores...

¡Quien resiste vence!

Sed felices o, al menos, intentadlo...




martes, 4 de mayo de 2010

Sueños...

Me siento como cuando acabé Sables por primera vez, al llegar a la meta euforia, emoción desbordante y una intuición: "no ha acabado".
La Breña es un sueño, la materialización de un sueño imposible, o al menos aparentemente imposible. A veces el ser humano se siente pequeño, minúsculo ante las grandes empresas, así me he sentido yo en muchas ocasiones; me preguntaba si yo sería capaz de poder llegar...no se trataba de un reto personal, de hacer una prueba más o menos dura, se trataba de una grave responsabilidad, la de tener en tu mano la Organización de algo muy grande, algo con una complejidad logística enorme. Han sido dos años de trabajo, al princìpio éramos dos personas y un sueño, después el número ha ido creciendo más y más. Ayer, mirando el listado de los voluntarios de la Organización, repasando sus caras, su trabajo durante 28 horas sin parar, recordaba los momentos de incertidumbre y soledad. Cincuenta personas, más otras cincuenta de protección civil, médicos, fsios y podólogos...me emociona pensar en lo que han trabajado, lo que han luchado reido y llorado...ha sido una prueba de emociones, a veces me he tenido que esconder para que no me vieran llorar de emoción (mi hijas me lo notaban siempre).
Me siento como un cubito de avecrem concentrado, son tantas las emociones, las vivencias que pugnan por salir que parece que voy a explotar...aún no he podido procesar, sacar de dentro de mí las vivencias de Sables y ahora un tropel de imágenes y sensaciones vienen del corazón a la mente.
Cada uno ocupamos un lugar en la vida, un sitio en el cual cantar nuestra canción; unos son buenos carpinteros y hacen felices a las personas con sus creaciones, otros nos hacen la vida más facil con sus trabajos, siempre hechos con amor. Un día me di cuenta de quien era, de para qué estaba aquí, al menos para una de ella: soy capaz de vivir con pasión mis sueños y consigo que otros me ayuden a hacerlos realidad haciéndolos suyos a su vez. Una vez vi a un tipo de unos 55 años que en la meta le decía a Patrick Bauer, director de carrera del Maraton de sables,: "cuando te pregunten si has hecho algo en la vida diles que has logrado inspirar y hacer felices a gente como yo". Este fin de semana he visto eso, lo he vivido, he sentido el agradecimiento en la mirada, en los abrazos.
Por si fuera poco la carrera ha sido épica en todos los sentidos de la palabra. Mi hermano el Tito Gerardo (uno de mis hermanos que me han acompañado a Sables) ha protagonizado una gesta al alcance de pocos, con su manera de ser, callada, discreta, a veces ausente, a veces distraída y atenta a la vez, nos ha dado una lección...pero eso es otra historia... quizás mañana....
Sed felices o, al menos intentadlo....