Hace unos días que he vuelto, hace unos días que me despedí del desierto, la aventura ha acabado físicamente pero no psicológicamente; mi mente y mi corazón siguen en el desierto, se niegan a abandonarlo. Trabajo, entreno pero todas las noches vuelvo al desierto, cada vez que me despierto en la noche me descubro haciendo la comida en el fuego, riendo con mis hermanos del desierto, mirando las estrellas en la noche silenciosa...le llamo a estro el Gran Hueco, es como una sima profunda que se abre dentro de ti. Hablo con todos los que hemos estado allí y sentimos lo mismo, somos como soldados que venimos de una batalla en la que te has sentido morir y, por ello, más vivo que nunca.
Se han forjado nuevas hermandades, nuevos hermanos que nunca serán olvidados, se han fortalecido las antiguas.
Esta edición de sables ha sido la más dura y portentosa de las que que ido, he vivido una historia de belleza, dureza extrema y camaradería enorme. Hemos reído, llorado y nos hemos vencido, nuestra victoria es una victoria espiritual, hemos ido humildes a solicitar al Dios del desierto permiso para cruzar sus dominios; ha sido comprensivo pero no amable, nos ha echado encima toda su potencia; me he sentido pequeño, ínfimo dentro de las enormes tormentas de arena, he sentido miedo ante la tormenta eléctrica que nos azotó, granizo, lluvia, frío y calor, ha sido completo, por eso mismo, más profundo.
Sea este un post de inicio, escribo para depurar y recordar, para mí es una necesidad, una fuente que debe brotar. El sol se pone en el desierto a esta hora, vuelo hasta allí y agradezco poder estar aquí, comodamente, escribiendo mis vivencias. Poco a poco iré dejando la mente en blanco y el corazón abierto para expresar aquello que he vivido.
No sé si alguna vez volveré pero sé que he de intentarlo, quien resiste vence...el desierto ejerce un poderoso influjo en mi Ser, me depura y limpia, me centra y equilibra, allí me acompañaron mis seres queridos, los que viven y los que ya no lo hacen, todos me han ayudado en las horas inciertas donde hay que soportar el sueño y el dolor.
Por hoy está bien, sirvan estas letras de preámbulo, me tomaré mi tiempo para ir desgranando mis recuerdos, meto este escrito en la botella y la lanzo al mar...
Sed felices o, al menos, intentadlo...
Sábias palabras maestro, yo tambien siento ese gran hueco. La vida sigue, parecida, pero no igual, sables marca. Os echo de menos, a las personas y al desierto. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Sr. Ornitorrinco; el Gran Hueco todo igual y todo diferente...
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