viernes, 22 de octubre de 2010

Relatos cortos, el comienzo...


Hace tiempo empecé a escribir unos pequeños relatos cortos, hoy empiezo a publicarlos, escribir es compartir y eso es lo que voy a hacer. Son pequeños relatos encadenados, vidas, surcos en la rueda del destino...

Siempre estoy vagando en esta playa

Entre la arena y la espuma.

La marea borrará las huellas de mis pies

Y el viento esparcirá la espuma.

Pero el mar y la playa continuarán por siempre jamás.

GIBRÁN KHALIL GIBRÁN

ARENA Y ESPUMA

(1926)

El desbordamiento.

Asomada a la ventana contempló el cielo azul, a sus espaldas todo se torno tranquilo y silencioso. Por primera vez en mucho tiempo llenó sus pulmones de aire y el miedo, que moraba en su interior desde que alcanzaba su con sciencia, se alejó, se disolvió como la espuma en la orilla del mar…

Toda una vida aguantando, sufriendo y sintiéndose culpable, Toda una vida…

Era una jovencita de pueblo, a los diez años la pusieron a trabajar en una casa de una familia adinerada, era tan sólo una niña. Pensaba en cómo habían cambiado los tiempos en algunas cosas, su nieta de diez años llevaba una vida completamente distinta a lo que ella tuvo que vivir.

Cuando lo conoció le pareció un chico guapo, se acercó a ella y la trató de una forma que la hizo sentir bien, lo veía como la persona que haría que su vida cambiara y bien que lo hizo. Estuvieron unos años de novios; la situación en la casa donde servía se hizo cada vez más tensa, el señor de la casa empezó poco a poco, al principio eran roces, después la sorpresa de un beso en el cuello, ella reaccionó escapando ante los divertidos ojos del dueño y señor de la casa. Los golpes en las nalgas, los roces fueron cada vez más frecuentes. Su novio le propuso casarse e ir con él a Cataluña a trabajar, a ella le pareció como si le ofrecieran ir al paraíso.

La noche de bodas fue triste, fue el comienzo de lo que vendría después, ella esperaba que él le diera amor, lo que recibió fue la espalda, dijo que estaba cansado. A partir de ese día las relaciones sexuales eran cuando él quería, ella sólo era una cosa usada, poco a poco le fue cogiendo asco. Ahora que recapacitaba no recordaba ni una sola muestra de cariño, de afecto, siempre le echaba en cara que fuera analfabeta, la menospreciaba y humillaba siempre que podía, de esa manera sentía que era alguien, que ocupaba un lugar en el mundo.

Pasaron los años, vinieron los hijos, ella trabajando día y noche, él siempre organizando y dirigiendo. Al menos tenía la satisfacción de ser ella la que había conseguido con su trabajo y esfuerzo y, aún a pesar de él, haber podido salir adelante, lo que tenían era gracias a ella.

Con el paso del tiempo se había acostumbrado a las vejaciones y a los insultos, había aprendido a callar, a no salir con él cuando iba con otras personas pues ese era el momento en el que se cebaba con ella, la usaba como blanco de sus mofas, le gustaba reírse de ella en público. Hace años que ya no salían juntos salvo cuando iban con la familia.

Un día después de una discusión él le dijo: “te vas a enterar”. La miró de una forma especial, cuando volvió de la calle se lo encontró en el suelo en un charco de vómitos, se había tomado un frasco de pastillas. Cuando despertó en el hospital, rodeado de sus hijos, los miró a todos y les dijo que ella era la responsable de aquello. En otra ocasión cogió una cinta gruesa y se la enrolló en el cuello para ahorcarse. Muchas noches le decía al oído: “cuando te duermas me mato”. Hacía muchos años que no dormían juntos ni mantenían ninguna relación sexual, desde que ella se había plantado en ese tema, todo había empeorado, ya no podía soportar su contacto, su olor, sus manos.

Un día, viendo las noticias, dijeron que un hombre había matado a su mujer mientras dormía, él comentó entre dientes que eso es lo que había que hacer limpiar de putas la tierra. Sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo, esa misma noche se empezó a encerrar en su cuarto, desde allí lo oía roncar, moverse en la cama, mientras las horas pasaban, el insomnio era uno de los “regalos” que le había hecho en la vida.

Ahora, en la vejez, en ocasiones él le demandaba algo que nunca había recibido: cariño; a ella le daba la risa cuando él se ponía tierno, él que la había tratado sin piedad.

Los años lo estaban tratando mal, estaba gordo y torpe, ella siempre le había tenido miedo, cuando discutían o le llevaba la contraria primero empezaba a insultarla, desgranaba aquellos que más le dolían. En ocasiones la empujaba y no habían faltado los golpes y patadas, es verdad que no habían sido muchas veces pero el recuerdo de su cara, de verse en el suelo echa un ovillo mientras que se ensañaba con ella le producía náuseas. Se acordaba de aquella vez en la que por una tontería se completó la peor secuencia, primero la insultó, afortunadamente los niños estaban en el colegio, siguieron los golpes la arrastró por el pelo, siempre diciéndole que tenía que respetarlo, que era una puta analfabeta. En el suelo la pateó, se quedó inmóvil, lo sentía respirar muy fuerte, miró desde abajo y lo vio sentado en una silla cerca de ella, no se atrevía a moverse, entonces se levantó y sin media palabra la desnudó y la violó, no gritó, no hizo nada, sólo era una muñeca de trapo. Se juró a sí misma que nunca más volvería a pasar por ello.

Ahora, en la última etapa de su vida, el silencio era lo que dominaba en aquella casa, silencio y cólera reprimida. Los hijos asistían como observadores a la tragedia de su vida. Unos le aconsejaban, sin mucha convicción, que se separaran sabiendo que eso nunca lo harían, otros callaban.

Un día ella se despertó inquieta, él se había levantado temprano y se había marchado a la calle, algo inusual. Pasaba la mañana y no volvía, poco antes de la hora de comer lo oyó abrir la puerta, al ver su mirada supo que estaba a punto de volver a suceder, él se acercó, sin mediar palabra la empujó para pasar junto a ella, cogió un vaso de agua y lo llenó, la miraba aviesamente. Ella no fue capaz de hablar, le pasó por la cabeza aquellas otras veces en las que todo había empezado como ese día, de una forma absurda y terrible. Intentó escabullirse pero ya era tarde, él le dijo que le daba asco vivir con una puta, que lo mirara a los ojos cuando le hablara y que le tuviera respeto, ella podía oler su aliento, el alcohol siempre había estado presente en aquellas otras veces.

El primer y último golpe la cogió prevenida, lo encajó con los pies fuertemente posados en el suelo. Cuando le iba a propinar el segundo, sintió una punzada en el cuello, a punto estuvo de degollarse con su propio impulso con el cuchillo de cocina que ella había interpuesto entre los dos. La sorpresa se dibujó en su cara, la sangre le corría por el cuerpo, no quería ni podía mirar, ya que los ojos de su mujer se le clavaban más profundos que el cuchillo. Entonces la escuchó hablar muy despacio, todo el odio del universo se concentró en aquella cocina.

- Si buscas la muerte, la vas a encontrar, yo ya no temo la mía, he tardado toda una vida en liberarme de este miedo, a partir de ahora tendrás que respetarme o morir.

Un instante eterno hizo que la escena se congelara. El tiempo se paró. Él respiró fuerte, la herida del cuello le dolía, de repente una enorme furia se apoderó de él, una sonrisa cruel fue el heraldo de la desgracia; ella sintió como él, en su inmovilidad, se tensaba como un animal que está a punto de saltar sobre su presa. Le iba a dar su merecido, sólo era una bravata, ella no era capaz de nada en la vida, menos de tener el valor de hacerlo.

Cuando se abalanzó sobre ella sintió un calor grande en el cuello, su cuerpo se desplomó hacía atrás y desde el suelo la pudo ver mientras se ahogaba en su propia sangre. Antes de morir la escuchó decir: “me has enseñado lo que es vivir en el infierno ahora arde en él”.

Lo último que vieron sus ojos fue como ella se alejaba y se asomaba a la ventana.

4 comentarios:

  1. Los nombres y sitios han sido modificados para salvaguardar el anonimato de los protagonistas?

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  2. Granota: Desgraciadamente la fuente de inspiración es real...como has intuido, sólo soy el intermediario...no hay un sólo nombre en estos relatos pero nos suenan ¿no?

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  3. Tremenda, tremenda historia.
    Un abrazo.

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  4. De verdad que está muy bien. Transmites muy bien la asfixiante atmósfera. Da vértigo pensar en los miles de casos reales.

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