DIARIO DE UN MARCHADOR CONSCIENTE.
A las siete ya estaba en marcha, voy en busca de la salida de la ciudad. Los conductores adormilados son un peligro. Cuando llego al sendero me relajo; aún llevo el frontal. Al salir de la ciudad me doy cuenta de que baja la temperatura. El sol sale y alumbra las plantas llenas de rocío.
Mi entrenamiento consiste hoy en mantener un ritmo de marcha estable; vadeo un pequeño riachuelo y el agua me hiela los pies. Mucho barro. Olores que me envuelve; durante cuatro horas, al menos, no he visto a nadie; humano, al menos.
Han sido seis horas de soledad, de silencio y presencia.
Sed felices o, al menos, intentadlo...
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